lunes, 20 de febrero de 2012

Rodolfo Otero: Retrato.


(Recuperamos una entrevista a Rodolfo Otero, maestro de baile, realizada para la edición de Valladolid del periódico El Mundo. Publicada en un suplemento especial dedicado a las fiestas de san mateo del año 1991, fue realizada por Eva Suárez).

Sala Carmen Amaya, del estudio de baile de Rodolfo Otero.
“Ha llevado sus zapateados a todos los teatros españoles y a algunos de los más importantes del mundo. Rodolfo Otero, de 59 años, nos recibe en camiseta y pantalón vaquero. Al cuello, varias cadenas de plata y una cruz. Sale de las profundidades de su estudio de baile en Valladolid sonriendo y diciendo: ‘Sí, sí, soy yo, estoy aquí’. Lleva la traza del flamenco en su forma de andar y en el pelo negro con caracolillos, peinado hacia delante. Es castellano por los años, pero arrastra dejes andaluces en la manera de pensar. Debe ser cosa del baile".

Rodolfo Otero, fotografía de J. M. Lostau.

-¿Qué estudia Rodolfo Otero?
-Intento demostrar que el flamenco, el ritmo flamenco, da idea de todos los ritmos del mundo, de todo lo primitivo. Es puro y tan gracioso que no tiene porqué envidiar a ninguno.

-¿Es primitivo lo puro?
-Cuando hay pureza hay primitivismo. Cuando hay arte de verdad, éste no tiene tiempo, es intemporal y lo primitivo se asemeja mucho a lo intemporal.

-¿Qué hace un cordobés de Montilla anclado en la meseta castellana?
-No es difícil de entender. Vivo aquí desde siempre. La primera luz que recuerdo es la de Valladolid. Pero voy todos los años a Andalucía, a la Cátedra de Flamencología de Jerez de la Frontera.

-Algún lugar del mundo que, por sus gentes y tradiciones, cultive el flamenco puro?
-Bueno, el flamenco es el misterio y en Castilla hay tal misterio que se crea una similitud que asombraría a muchos. Es tan flamenco esto como la propia Andalucía. No es una tontería y puede documentarse estudiando las danzas tradicionales castellanas, allá, muchos años atrás.

-¿Es usted cristiano?
-Mucho, y además auténtico. Creo en lo que se acerca a la realidad. En un Dios eterno, constante, evolutivo.

Fotogramas de la película, Fuego en Castilla, de José Val del Omar.
-¿En qué se parece el flamenco al catolicismo?
-Ay, ahora tocamos un tema… La liturgia castellana y la siguiriya se parecen en muchas cosas. Hay muchas cosas del baile que se han inspirado en la liturgia cristiana y eso lo sabía muy bien nuestro Vicente Escudero, que se basó en la escultura y la policromía de Alonso Berruguete, en todo su dramatismo, en su movimiento, en su barroquismo. El dolor, la tragedia, su misticismo, la exaltación de la vida de los pasos de Berruguete. Ni más ni menos.
Claro que antes es la siguiriya, pero luego, de la mano de Vicente Escudero, algunos hemos estudiado la profundidad de la imaginería castellana, el espectáculo más teatral. El flamenco, para que lo sepan, es una rebelión del hombre contra su propio destino, la lucha ante la muerte y en la misma tierra, que es el imán que nos va a tragar a todos.

-Le salen de dentro, de vez en cuando, unos ramalazos muy andaluces. ¿Es usted supersticioso?
-No. No. Hay cosas que son desagradables. Pero los gatos negros o pasar por debajo de una escalera son cosas maravillosas. La única cosa es romper un espejo… Hay una cosa… pero no es superstición. Cuando las mujeres, las madres o las novias se ponen a hacer punto en el teatro antes de las representaciones, eso sí que tiene mal fario, porque demuestra que las personas no se meten como tendrían que hacerlo en lo que están haciendo.

-¿Cuándo bailó por primera vez?
-Aquí, en Valladolid. Tenía 18 ó 19 años y partí el escenario junto a la piscina Samoa. Me dieron 300 pesetas, una botella de anís y otra de coñac.

-Ha recuperado el mundo de la danza su brillantez en los últimos años?
-Ahora son más técnicos. Han aprendido el tecnicismo y se han olvidado de amar. Sólo quieren llegar para el éxito de la fascinación, como virtuosos. Qué duda cabe que la técnica es importante, pero otro cantar es amar la profesión, estar enamorado de la profesión. La afición de antes ya no la hay. Era un don que hacía entender el trabajo de otra manera. Ahora se baila más, pero parecen máquinas de escribir.

Decálogo de baile flamenco masculino, de V. Escudero.

-¿Es más difícil ser bailarín ahora de lo que fue en décadas anteriores?
-Ahora hay dos compañías de ballet nacionales y las hay en muchas comunidades autónomas, no así en ésta. El de aquí es un problema de desidia y tedio de los administradores.

-¿Qué rescataría, entonces, para traerlo a este tiempo?
-Rescataría el ansia de luchar por llegar a ser, que se creó por las necesidades, el hambre y todo aquel contexto. Nosotros luchábamos de otra manera y estamos curtidos de otra manera.

-Hay normas rígidas que respetar en el flamenco o no?
-¿Respetas a tu madre? Con el flamenco pasa lo mismo que con todas las cosas que son verdad: hay que respetarlas. Los cánones deben respetarse. No es cuestión bailar flamenco con la Marcha Real. Yo prefiero la vía natural.

-¿Se nace o se hace?
-El oficio se hace, como lo hace un artesano. Se hacen dominadores del oficio, virtuosos de él. Pero la espontaneidad de la creatividad es otra cosa distinta… Eso es un don, que posee quien lo posee.

-Ha tenido mucha relación con bailarines jóvenes a través de su academia, ¿es estimulante para usted enseñar?
-Yo tengo que tener relación directa con el baile. Entonces, si no estoy bailando, necesito enseñarlo. Yo he tenido en vida la posibilidad de ver a mis alumnos bailar.

Antonio.
-Usted ha sido discípulo preferido. ¿Qué recuerda de Antonio el Bailarín?
-Un genio.

-¿Tiene usted algún discípulo preferido? ¿Qué relación se crea entre el discípulo y el maestro?
-Sí, tengo. Es una verdadera comunión. Repartir y dar y la otra persona admitirlo. El coreógrafo es un ladrón de espíritus que vierte todas sus ideas sobre los movimientos en el otro para crear un cuerpo, sin regatearle nada. Puede llegar a ser una gran vanidad.

-¿Qué cosa recuerda con intensidad?
-Bueno, sería una tontería decir que sólo una cosas. Recuerdo, por ejemplo, las hojas de un árbol en Ciudad del Cabo, moviéndose con el viento en un día de sol, recuerdo cómo brillaban. Pero es que tengo una memoria enorme".

2 comentarios:

  1. Sr. Rodolfo. Si alguno de sus alumnos ha llegado a ser algo no ha sido gracias a usted, sino a que supieron abandonar a tiempo sus malas enseñanzas. Ahora no se baila mo usted dice, la danza se ha perfeccionado y se exige cada dia mas. Usted esta estancado en una danza q ya no existe. Ahora solo aguanta quien lo ama de verdad. Hay que estar muy preparado. Señor Rodolfo, salga de su mundo paralelo y observe la realidad, que es muy diferente a la que usted crea. Y una cosa mas, informese porque Valladolid tiene su compañia de Danza. El ballet de Castilla y Leon esta ubicado aqui.

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  2. Es su opinión, anónimo, la que expresas, y nada que que decir, se retrata usted solo. Lo único señalarle lo que nos parece un error. La entrevista aquí reproducida a Rodolfo Otero, es de 1991 como bien se señala al inicio, cuando no había compañía de ballet, institucional, en esta autonomía. Por lo que el reproche final de su comentario adolece de rigurosidad temporal. Después de esa entrevista con Otero, del año 1991, se creó un ballet en esta comunidad, del que hemos tenido noticia de sus peculiares avatares, sobre todo por el 'asunto' Ángel Corella.

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