lunes, 20 de febrero de 2012

Flamenco, pasión en viñetas

Partiendo de una adaptación libre de una seguiriya de un cantaor de leyenda, Tomás el Nitri ("Pobrecito Ponce / que en Lima murió / cómo llamaba a Cristina / murió / y no la vio"), el guionista Jorge Zentner y el dibujante Santos de Veracruz cuentan una trágica historia de amor pasional, con un claro protagonismo del flamenco -su mundo, su espíritu- enunciado desde su título: Flamenco.

Una historia contada en un formato sin apenas relación con el mundo del flamenco: el cómic. Pero que se revela adecuado al establecer una estrecha, plena relación entre cante y viñetas, por su libertad artística al abordar lo real; su capacidad, aún, para deslumbrar; emocionar, profundizar, desde su aparente sencillez, en lo más hondo del ser humano; su sentido del ritmo y del tiempo; su espontaneidad. Su imaginación. 
Flamenco es la historia de amor, en tiempos actuales, de Amparito y Paco el Yunque, ella camarera, él cantaor. Un amor de esos que atraerán la insana envidia, el malvado deseo de otros; un amor donde las promesas alteran el destino deseado de los amantes.
Editado hace diez años en Francia por Casterman y al siguiente en España por Astiberri es el primer trabajo extenso, profesional de Santos de Veracruz y uno más en la larga lista de guiones escritos por el argentino Zentner.
El veterano guionista vuelve a hacer gala de su interés por la aventura interior de los personajes, más que por la física. El novel dibujante le secunda con un dibujo de matiz expresionista y una paleta de colores que conduce con fluidez el relato, como si de una 'voz' en off se tratara. El resultado es una obra donde se respira afición flamenca.

Afición aún más patente en la ‘banda sonora’ que acompaña la historia de los dos amantes. Flamenco se abre con unos de tangos de Camarón (Y mira que mira y mira); luego, unas bulerías de Morente (Esquilones de plata); fandangos y fandangos del Gloria, por Miguel Poveda (Clemencia); una zambra, de Manolo Caracol (Carcelero); bulerías de Manuel Molina, de La Macanita (Rosa de Pitiminí), de Fernanda de Utrera (Cuando se entere el sultán); soleá por bulerías, de Capullo de Jerez (Decime lo que pasa aquí); toná, soleá corrida por seguiriya y seguiriyas de Manuel Molina y Tío José de la Paula, por Agujetas; granaínas, de Antonio Chacón; soléa, de El Niño del Brezo; para terminar con la adaptación de la seguiriya de El Nitri.


Cantaores ayer y de hoy, a los que se unen otros ‘cantaores’, que, desde otras formas musicales, son esencial, apasionadamente flamencos: Bambino (Corazón loco; No me des guerra), Mártires del Compás (Por tu ventana); Los Activos (Antiguo); Jorge Pardo (Que yo no quiero dinero, tema que sirve de sintonía al programa de Radio 3, Duendeando). Una selección, creemos, en la que habrá tenido mucho que ver el ‘pintaor’ Santos de Veracruz (véase su página web).
Flamenco, una historia intensa, vital; un comic imperfecto y apasionado como el flamenco ("Pobrecito, / que al alba murió. / Pobrecito de Yunque / el cantaor. / Cómo la llamaba... /Murió llamando a Amparito, / murió y no la vio").

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