Si esto fuera un periódico la
comparecencia de Enrique Lozano el Pescao en la Tertulia Flamenca,
de la Biblioteca Pública de Valladolid –la última del 2013-, dejaría varios titulares: “Para cantar
flamenco uno tiene que ser gitano”; “El 99,9% de los cantaores cantan todos
igual”; “Para cantar flamenco uno tiene que tener un corazoncito de verdad”;
“Yo, por de pronto, ando mejor de rodillas que de pelas”; “Acepto la fusión,
siempre que haya un cantaor”; "¿Qué tres cosas me llevaría a una isla desierta?
Tres mujeres”…
(Por cierto, que este viernes ofrecerá un recital en las escuelas viejas del pueblo vallisoletano de Arrabal de Portillo, a las diez de la noche -entrada ocho euros-, dentro de la programación de los 'conciertos de la estufa').
Y esto sólo de la primera parte
de su charla-recital, hasta que hizo un intermedio, “tal vez para tomarme una
copa, porque esta agua…”; para continuar y ofrecer un total de dos horas -y otro
tanto, después, en familia, tras cerrar la Biblioteca- a un
auditorio más lleno que en otras ocasiones.
El cantaor palentino estuvo
generoso, entregado, respetuoso e irreverente, provocador, exagerado, teatral, cuentista,
tierno, bromista, cabal, gitano 100%. Trajo sus verdades y su cante de verdad, según su
entender, hacer y vivir.
“Desde que se le propuso venir
aquí, Enrique ha estado encantado con la idea de estar con los aficionados de
Valladolid. Ha recorrido un montón de sitios, es un cantaor reconocido, no
siendo andaluz, sino del interior, gitano. Tiene su propia vivencia del
flamenco porque ha vivido y piensa”, expuso a modo de introducción nuestro
factotum de la Tertulia,
Quique, agradeciendo a la directora de la Biblioteca Pública
de Palencia, María José, la mediación a la hora de contactar con Pescao.
El Pescao con el guitarrista Liroy, en la Tertulia. |
El cantaor vino acompañado de un
joven guitarrista, Liroy, para quien tuvo muchas palabras de elogio: “Después
de andar con un montón de guitarristas, le escuché y dije: aquí me planto. Creo
que toca como los ángeles, sin haber ido a una escuela, ni haber estado en
Jerez de la Fontaneira.
Él ha estado en su casa, escuchando al monstruo de todos los tiempos, Paco de Lucía, y al otro monstruo, Camarón; y de ahí ha ido haciendo un
algo. Pero yo sé que me entiendo con él y, además, los dos somos de Palencia.
A mí se me clava en el alma su toque”.
Y empezaron por soleá, y luego,
por malagueñas. Empezaba a ganarse al auditorio, Enrique, quien ya había puesto
en estado de agitación los pensamientos y sentimientos de l@s presentes con sus palabras más que con su cante, en el que iba templándose.
Habló de otros guitarristas,
alguno allí presente, de cómo aprendió compás con un guitarrista de Salamanca;
de los tiempos en que “me asomaba al balcón del flamenco”; de cuando empalmaba
noches de fiesta con aficionados –recordó a
unos cuantos vallisoletanos- y la entrada a su trabajo en una
delegación de muebles: “En aquel tiempo yo no tenía ni santísima idea del
flamenco, ¡no metía el cante! Yo tenía una voz, y la gente decía, es un
monstruo. Y yo sabía que no sabía… y les gusta. Pero me daba unas palizas
enormes. Y empecé a investigar, a mi manera. Y hoy, no sé si me he pasado, pero
vuelvo loco a los guitarristas”.
Pedro, de la Tertulia, aprovechó un
respiro en la charla del cantaor para citar a un guitarrista nacido en estas
tierras, Araceli Vargas, y hacer una reflexión sobre que, “en esta tierra el
flamenco suena distinto, y en tu disco -Gitano de tierra adentro- aquel cante por seguiriyas tiene una
dureza que no la visto por ahí. Ese cante fue tema de conversación en una
reunión, hace años en el Festival de Las Minas, con personas como Paco Vargas,
Bohórquez, Gamboa, Pencho Cros, y nos preguntábamos, y te pregunto, ¿qué es de
este cantaor que tenía que tener mando en plaza, que tenía que estar ahí
arriba?”.
“A mí me ha pasado lo más
maravilloso, estar cantando para ustedes. Yo, para cantar ahí arriba tenía que
haber pasado por lo que está pasando un montón de gente, y yo no paso por ahí.
Me gusta estar aquí, tengo mis conciertos, voy a ganar dos perras, dos, pero
voy a ganar: Me voy a hacer más grande, porque me gusta cantar para la gente”.
Contó historias, vivencias y experiencias, puso ejemplos y
“comparancias” como si fueran cuentos, con embrujo de cuentista gitano; dictó
sentencias, y si algunas no llegaron a causar malestar fue porque
estaban dichas con un punto de alegría, con 'gracia'; acompañadas de una teatralidad tal que un actor, un caricato, que anulaba
lo que podía ser desprecio. Desde su pasión por lo jondo. Dio
explicaciones, incluso fue didáctico; entró siempre al trapo porque, “sin
confrontación no hay diálogo”.
Una larga charla la de El Pescao,
que puede resumirse con estas sus palabras: “Para cantar flamenco uno tiene que
ser gitano, y si no es gitano es haber jugado al escondite con el hambre; y si
es así, un quejido por siguiriyas le da el hambre”. Palabras que despertaron
definitivamente los sentimientos, ensancharon el alma, que se dice, y
condujeron al final de una primera parte con un cierre por tarantos, con dos
letras suyas: “Una la hice un día que estuve cantando con Carmen Linares en
Barruelo (Palencia), pueblo minero; y la otra se me ocurrió hace cosa de unos
dos meses. Hay un concurso de letras de las minas y a mí me gustaría llevarlas
a ver qué dicen, porque como el premio ya está dado, sólo para que a alguno le
revuelva las tripas”. Y cantó (la métrica es mía):
Un pozo en Barruelo hay
Que le llaman el Calero
Ha acabado con muchas vidas
Entre ellas las de mi padre, ay,
Pero a mí no me intimida
Ay, en el hoy de una mina
Había un hombre malherío
Y a mí me dijo, muy frío,
Que mira si soy minero
Me estoy muriendo y me río.
Admiro y respeto a Enrique Lozano, me gusta como canta,considero que es un cantaor puro, le ha visto cantar en varias ocasiones en Valladolid, y espero poder seguir disfrutando de su cante, pero en cuanto al comentario que hizo sobre "para ser cantaor de flamenco se tiene que ser gitano" no estoy del todo de acuerdo, pues ha habido muchos cantaores payos muy buenos, que también pasaron necesidades.
ResponderEliminarCreo que solamente hace falta nacer con buena voz y sentir el flamenco con el corazón,para transmitir al público. Enrique tiene este don no hay duda de ello
En la Tertulia también se expresó el mismo desacuerdo al que haces referencia. Pedro Sanz le dijo: "Los payos también han pasado fatigas". A lo que Enrique respondió: "Hombre, esos tienen que cantar como Fosforito. Ahí hay que quitarse el gorro y los calcetines; Chano Lobato, que hay que morir con él. Pero para encontrar gente de esa es más difícil que encontrar una aguja en un pajar. Eh, y que también hay gitanos de, bueno, majo, ya te vale. Eso por supuesto". Este es el Pescao cuando habla; todo lo compensa con su cante, ese del que tú hablas y con lo que estamos de acuerdo. Diga de una manera u otra, nos hizo pasar una gran noche de flamenco. Gracias por tu comentario.
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