sábado, 10 de octubre de 2015

José Salinas, el cantaor que construye guitarras flamencas (2: Historias de la madera)

"Hace un año y medio de gira por Estados Unidos con Amir y Arcadio Marín, un guitarrista y constructor de guitarras, hablaba con él sobre esto y me animó a intentar algo que me parecía imposible cómo hacerlo, pero me dejó el gusanillo en el cuerpo". O volvió a despertar su relación con la madera, "siempre ha estado presente en mi vida", como la relación con el flamenco.
Ya ha contado Salinas de la gran afición de su padre, de su tío Andrés, presidente de la Peña Antonio de Torres, de Luis el de La Venta, también de la familia. Si, durante su infancia-adolescencia, el flamenco cantaba en sus oídos, su olfato se embriagaba de "el olor a madera", la que trabajaba su padre, ebanista: "De pequeño me quedaba llorando en casa porque quería ir con él, me mataba por ir con él, y cuando terminé de estudiar me puse a trabajar con mi padre durante ocho años y aprendí el oficio. Luego me fui a Madrid", y empezaría su carrera de cantaor.


De vueta de los Usa monta en su casa de Valladolid un pequeño taller, donde mantuvimos esta charla sobre su nueva faceta: constructor de guitarras flamencas (y otros instrumentos). "Arcadio me fue ayudando en un oficio donde todo es tan milimétrico, perfecto. Siempre había estado haciendo cosas con la madera desde que dejé la ebanistería y me fui a Madrid a estudiar flamenco; he hecho cosas de aeromodelismo, modelismo naval. La destreza con las manos la tengo".
"Hice un ukelele y se lo llevé a gente que lo toca, y dieron su aprobación. Y ya me animé. Me ha enganchado tanto que estoy echándole buena parte del día. He tenido la suerte de terminar mis cuatro guitarras y venderlas, y eso te anima mucho". Sonríe José, se le ve feliz, entregado, apasionado por este oficio, y se nota en el relato que nos ofrece, a nosotros, unos profanos en esto.
"Empiezas con mucho miedo y muchos fallos. Cuando acabé la primera guitarra la prueban varios profesionales, Amir, Carlos Blanco, Mariano Mangas, y me dicen que es una guitarra para subirla al escenario, que suena perfecta, que afina... sino hubiera sonado habría sido igual porque esto me ha enganchado, me ha pasado como con el flamenco: la madera está en mi ADN, y el flamenco en mi vida".

Habla del misterio del sonido -"no hay nada, ni planos, ni materiales, ni conocimientos, que te den la certeza que la guitarra va a sonar"-, de milímetros, de clases de maderas: ciprés -"tiene un chascao muy flamenco, pero tiene poco volumen (sonido)"-, arce europeo -"para fondos y aros"- cedro y pino abeto alemán -"para la tapa armónica", también del palo santo, "se usa para la guitarra clásica, pero desde que la guitarra flamenca, con el maestro, se hace solista, ya no sólo de acompañamiento, necesita un volumen para llenar el escenario"; también que la madera debe estar en vertical, "con un peso encima", que hay que tratarla con mucho cuidado, "porque es un elemento que está vivo, todo le afecta, el aire, la temperatura, la humedad", también una vez terminada, como bien saben los tocaores, los guitarreros.

"Lo bonito de esta profesión está en acabar una guitarra y sonar bien, pero puede sonar mil veces mejor. Tienes una búsqueda cada día", se le ilumina la cara al decirlo como señal de que eso es lo que le gusta: "He hablado con constructores de más de 30 años de oficio y cada vez que empiezan una guitarra es como si no hubiesen hecho ninguna".
Y el que se haga todo mano, cada vareta, cada tira, los gruesos; y nos va enseñando el paso a paso de la construcción: molde de trasera, aros, mástil, sobre cabeza; las herramientas que utiliza (formón, cuchillas de talla, gubias, doblador de aros -uno hecho por él-, cepilladora-regruesadora, calibradora...), "la solera, que es lo más importante" (y luego viene el barnizado, a goma laca como contó en la anterior entrada, que aprendió con Rafael Fuentes, "te puede llevar un mes barnizar una guitarra; también está el poliuretano, a pistola, específico para lutheria, te da un grosor mayor en la madera, pero la protege más; tardas como una semana").


"Este trabajo es como meditación. No tienes noción del tiempo. Es una maravilla. Llego al taller y es como ver plantas; el misterio de esta profesión es, como dicen, que estás trabajando con el material más noble que existe y además, vivo".
Pasa el tiempo para nosotros, también enganchados, escuchándole, viéndole palpar la madera, sentirla, oyendo sus explicaciones que son como historias ("el pino abeto alemán se cría en un bosque donde le da el sol de una manera determinada, tiene que crecer de forma homogénea cada año, sin altibajos de temperatura porque eso se marca en la veta, vetas que tienen que estar juntas", y nos las muestra)...


Llega el momento de hablar de su parte de cantaor, de sus proyectos inmediatos. Dejamos el patio, el olor a madera y sus historias y bajamos al estudio, allí donde graba y ensaya, al silencio. "Estrenamos por fin Rasa Duende en diciembre, en Salamanca, y se ha añadido un músico indio, que toca un montón de instrumentos -acordeón, sitar, guitarra-, para no quedarnos tan solos Carlos y yo en el escenario e intentar, de verdad -con la bailarina Mónica de la Fuente-, hacer un trabajo de profundizar en esa cosa del flamenco y la India. Y luego las galas típicas. Y sale el disco de coplas, ahora, ya está en fábrica. Lo hemos grabado Krzysztof Stypulkowski y yo, es un pianista polaco impresionante, ha ganado premios nacionales de solista... son coplas cantadas por hombres, de Farina, Manolo Caracol, Miguel de Molina... y se va a presentar en Valladolid, Madrid, Almería, Barcelona. El grupo se va a llamar aCopla2, os voy a poner algo".

Escuchamos la voz flamenca de Salinas sobre el piano, no hay nada más, sobrecoge, es otra escucha a un repertorio muy conocido el de las coplas, aquí desnudas de arreglos instrumentales, tiene como un 'sonío negro'. Es como si José nos hubiera trasladado una tensión, como la que él tiene cuando trabaja con la madera, la "maera", título de uno de los temas de su primer disco, Tierra de luz.
"Lo malo, entre comillas, que tiene esto es que estás trabajando un poco tensión; aquí carreras, cero. El primer consejo que me dio un luthier fue: la mañana que te levantes y vayas al taller y notes que no, vete, haz otra cosa, y vuelve al día siguiente, porque un fallo y tienes que volver a empezar. Pero, venid, os voy a enseñar algo...", y nos empieza a contar como funciona la calibradora, "que la primera guitarrica me la tuve que hacer con mi cepillo de mano y esto es un saltillo ¿La idea en un futuro? A lo mejor coger un localico así chulo, incluso de cara al público montar alguna cosa, de momento aquí en mi casa estoy en la gloria".


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