domingo, 27 de agosto de 2017

'Rodolfo Otero: Amor por la danza', en versión original (13 de julio del 2016 - I)

(Visita a la Academia de Danza Rodolfo Otero, como reza el cartel situado en el Paseo Isabel la Católica, de Valladolid. Entrar allí es, como escribió Tomás Hoyas, periodista y escritor: "Una sala con aura de sancta santorum y persignarse. Agua bendita para el rito del baile. Fotografías del cariño". Y cuadros, revistas, libros, bastones y otros objetos, colgados por las paredes, repartidos por sillas, arcones... muebles del vestíbulo y las dos salas de baile, donde se cumple lo que reza a la entrada del estudio: Aquí / Se / Enseña / A / Bailar. Palabras estampadas en azulejos, "como en Andalucía", en sus academias de baile. Las dos salas tienen nombre: Carmen Amaya, para la enseñanza del flamenco, y Antonio, para la clásica, el ballet. Y en esta empezamos el recorrido).



-¿Este eres tú? (señalo una foto en una pared llena de ellas y cuadros).
-Sí, señor, el Corregidor, lascivo, en la Danza de las uvas; y este era el mejor bailarín francés que ha habido de danza contemporánea, Jean Babilée, era fascinante. (Dedicatoria) Avec tout la sympathie. Con toda la simpatía. Y este es Mario Pistone, primo ballarino de la Scala de Milán.
-¿Coincidiste con él?
-Ya ves, ¿a ti qué te parece? En la Scala. Y esta, ¿qué? De Antonio (el Bailarín). Firmado por él. Dedicado por él: A Rodolfo el gran corregidor. Con admiración. De su jefe. ¿Qué te parece? Que Antonio me admirase a mí. Porque este es él -foto de Antonio, de corregidor, con Rosario-, él lo hizo primero, y luego, yo, con Rosita Segovia, la prima bailarina.
-A lo mejor había que escanear alguna de estas fotos. Y esta foto dedicada (Gene Kelly), ¿dónde fue?
-Pues, no sé. En esos teatros, hijo. He estado en todas las óperas del mundo, ¿qué quieres? No puedo decírtelo porque no me acuerdo, pero en uno de esos grandes teatros, pues sí.
(Durante su estancia en Estados Unidos, Antonio el Bailarín tomará buena nota del musical americano y la incipìente danza contemporánea, tomando de ellos los elementos que crea convenientes para su danza estilizada).
 


-Y ese -señala un cuadro- creo que es de la hermana de la que ahora vive en tu casa. Mira -foto de arriba-, la Ópera de Viena, en el 57, casi nada. Casi 100 años (risas).
-¿Interpretabais varios cuadros?
-Cuadros no, coreografías. Esta es Cerca del Guadalquivir; esta Sonatinas, de Hafftler; Las Danzas Fantásticas, de Turina; Serranías de Vejer.
-¿Era Manuel Moreno, Manuel Morao?
-Manuel Moreno, el guitarrista, eso pone ahí, el Moraíto (lee en alemán el cartel; sale a hablar con la chica que va a limpiar la pecera –lo hará a lo largo de la charla-; voy tomando notas del material –fotos, libros, cds-, que tiene allí reunido, en la sala) ¿No habías estado aquí nunca, no?
-Sí, dos o tres veces.
-¡Hala! ¿cómo soy yo tan despistado? Este (cuadro) es de Brío, que era catedrático de dibujo de la Escuela de Bellas Artes. De mi hermano (Publio), y el otro también, ese de Capitaine, que vivía en la Acera Recoletos, y el otro Gerardo Pintado, que era de las Delicias, pintor y escultor.
-¿De Valladolid eran?
-Claro. Kellly se llamaba la hermana, este cuadro creo que también es suyo.
-Este suelo, esta madera, ¿...? 
-Elondo se llama, es especial para bailar ballet porque es dura y es blanda. (Foto de) Charles Chaplin, sí señor. (Mirando el espejo que cubre  toda una pared de la sala) Me rompió el espejo el hijo de un coronel, que venía a bailar, y le tocó pagar a su papá, claro, porque me lo repusieron, ¿no ves que es de dos láminas?
-¿Qué le pasó al hijo del coronel?
-Pues, joder, dando piruetas, no frenó y se metió con todo, así de sencillo.
-Veo que tienes una colección de libros de flamenco cojonuda (se mezclan con libros de pintura, de arquitectura, la colección de Cossío y los toros -uno sobre Domingo Ortega-, el libro de fotos de Colita sobre Carmen Amaya, se lo señaló).
-Estaba con el ballet de Antonio en New York, y entonces fui al escenario donde estaba enseñando a la primera bailarina, de la Escuela nuestra, y de repente aparece Carmen Amaya, y ella dice que yo bailaba muy bien, y  dice Carmen Amaya que baile –ríe con ¿cierta vergüenza?-. Y bailé, pero cagado de miedo. Sí, señor. Con respeto. Jooder.  Y era  más sencilla que la madre que la parió. Era una cría. Acababa de bailar y daba un salto y se montaba en las espaldas de uno y entraba entre cajas así. Así de sencilla era.  A ella le gustaba mucho cómo bailábamos en el ballet de Antonio, sus coreografías (sale al vestíbulo, se ha emocionado al recordarlo, vuelve cuando estoy viendo un libro). Este es de la escuela bolera ¿no?

Rodolfo al fondo de Corregidor con Rosita Segovia. Foto: Juan Gyenes.

-Hay una familia muy importante en la escuela bolera, ¿Pericet?
-Claro, normal. Han sido los mejores. Ángel Pericet se marchó a Buenos Aires (le expreso mi admiración por los libros de flamenco que tiene, muchos descatalogados). Esa es la afición que hay aquí; si no, se hubieran reeditado.
-El Tarot, de Jodorowsky, ¿le conoces?
-No. Pero me gustan los dibujos. ¿Por qué? ¿le conoces tú?
-Sí, he leído bastantes cosas suyas, libros, cómics, pelis, también.
-Vaya. Pues muy bien (cojo un libro sobre el Bolshoi Ballet). Vino aquí el director del ballet ruso (coge el libro), esto es lo que tenías que copiar: A mi amigo Rodolfo Otero en señal de respeto y gratitud por desarrollamiento y popularización no sólo del arte maravilloso flamenco sino arte coreográfico en general: Sergey Radchenko. 1984. Estuvo aquí, y comiendo en mi casa, ¿qué te parece?
-Pues, la hostia ¿no?
-La hostia, sí (risas). Por eso te lo enseño (vuelve a salir; cuando regresa le pregunto por los cuadros de pintura que tiene en la sala). Ese le he pintado yo, también. Que es más difícil que la hostia, porque los más sencillos son los más difíciles, sobre todo para uno que no es pintor, porque yo no lo soy, por eso no presumo de ello, ya ves tú, chaval.
-Tiene un aire a…
-Gabino Gaona, me ibas a decir (pensaba más en Cuadrado Lomas), pues no. Eso es donde empieza el Monte Torozos, así por las buenas.



(El Ballet Español de Antonio contó con cantaores como Chano Lobato, Sernita de Jerez, El Chaleco, Jarrito, Rafael Romero el Gallina y el preferido por el bailarín, Antonio Mairena, como en el toque lo era Manuel Moneo; otros tocaores presentes en la compañía: Paco Sevilla, Curro de Jerez, Mariano de Córdoba, El Valenciano, Antonio de Albaicín... Incluiré algunos vídeos de ellos, en la medida de lo posible).

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