martes, 5 de septiembre de 2017

'Rodolfo Otero: Amor por la danza', en versión original (14 de julio del 2016 - I)



-Tuviste un proyecto de proponer la creación de un ballet regional, con la Junta de Castilla y León, creo.
-Con el Ayuntamiento. Pero sabían quién era. Y no iba a ser yo más que el Alcalde.
-¿Qué quieres decir con “sabían quién era”?
-Joder, pues a nada que se tenga un poco de conocimiento de la cultura y estar actualizado, pues sabían lo que era un ballet, lo que era un bailarín, donde había trabajado, en qué sitios, qué categoría tenía, que... todo; sabían los idiomas que hablaba, pero ¿cómo voy a ser yo más que un alcalde? No jodas… Esa es la mentalidad que tenían.
-Pero, ¿cómo era el proyecto que presentaste?
-Pues yo lo que presenté fue formar un ballet de Castilla y León.
-¿Lo llevaste a la Junta, también?
-¿la Junta? La Junta era una mierda, todo ha sido una mierda. Aquí no hay nada de respetuoso, ni que se merezca un respeto de verdad. Únicamente, ahora, parece que están anexionando cosas en la Universidad para darle categoría, más.
-Pues la universidad no tiene un duro y depende de la Junta para tenerlo.
-Pues ya está, pues eso. Y ellos están viviendo y por qué tienen que vivir esos, para qué. Como las Diputaciones, para qué ¿para los pueblos? Mentira, viven para ellos. Bueno, yo lo veo así. O por lo menos me lo han demostrado con los hechos. Ahora, que no me vengan con que Mariemma se la ha hecho, oh…! Y le han puesto el nombre a una calle.
Te voy a decir una cosa: que no es solamente, aquí. También en Andalucía. Mira en Sevilla. Antonio era sevillano y yo no sé que le hayan hecho ningún homenaje.  A Antonio el Bailarín. Mi maestro. El mejor bailarín que ha habido, 500 veces, sin comparar con Vicente Escudero. Sin comparar. Porque Escudero en lo suyo, en el rollo castellano, que si la sobriedad y los cojones… hay que mover el esqueleto para bailar. No bailar como un palo para que no le llamen maricón (risas). Me río de mi mismo de lo chistoso que soy. Por los cojones.

Antonio y Mariemma.

-Antonio pasó de serlo todo en este país a, como mucho, un referente para los entendidos en el baile, en el flamenco.
-Es que ha habido ahí mucho… Yo creo que el pretender ascender por lados que no son los… no estoy hablando ni de ética ni de moral, pero que no son los apropiados a los que se debe consagrar uno que se dedica a algo, con amor, con dedicación, con trabajo, con constancia; no con influencias anexas que pudiera ser Duquesa de Alba o cosas de esas. Y luego pinchotazo que le han dado, por meterse con la Casa de Alba. Es que meterse con la Casa de Alba es meterse con todo. Según ellos. Ella podía hacer lo que le saliera del coño, pero él no.
Por eso, ir ascendiendo por cauces que no son los tuyos, los de verdad, te pueden llevar a donde le llevaron a él: a caer en el olvido. Porque ha habido gente que se ha dedicado a... pues a eso.
-A Antonio, entre los flamencos, creo yo, tampoco es que se le cite mucho, como que no se le considera tanto…
-No le han querido dar la importancia que tiene. Se la han negado sus propios paisanos. Simplemente la forma de hacerlo, que eso es el arte, que no es sólo la armonía, la estructura de danza, sino el puro sentimiento refinado ante la verdad de lo que está haciendo. El "Zapateado", de Sarasate. Solamente verle es para… adiós… al otro mundo. La hostia. Y no tiene pasos complicadísimos… es la manera de hacerlo…

No vayas a poner… a ver si ahora recibo yo las hostias de la Duquesa (risas). Lo que sí puedes decir es que Antonio, cuando le llamaba la Duquesa de Alba, que se ponían a hablar en español, dijo él: hablemos en inglés, que Rodolfo no se entera.
-Ya me contaste, sí.
-Y él lo hacía para que me enterase. Porque, claro, no hay cosa más jodida que el querer tener un hijo duque y él, querer ser duque de pichapelada (risas). Qué bobadas. Pero esas son las bobadas de la gente, lo que somos.
-En esa cartilla de trabajo que me enseñabas el otro día, donde ponía profesión decía bailarín; ¿bailaor no se llevaría?
-Porque era de taberna, y la taberna era una mierda. Según ellos (ríe). Claro, pues ahí está, buah, es una taberna. Eso era la época que hemos vivido. Yo, en mis años. El flamenco estaba menospreciado, denostado; ¡bah, el flamenco!
-Eso más con Franco ¿no?
-El flamenco tenía consideración entre la gente flamenca, pero no entre el pueblo. La Macarrona, La Niña de los Peines, eso era la vulgaridad, era lo que pensaban, que el flamenco era una mierda (se ríe, porque a veces es para echarse a reir).
-¿Tú has ido a tablaos?
-Claro que he ido, a todos los que había. Las Brujas, por ejemplo.
-¿Llegaste a bailar en tablaos?
-¿No llegué yo a bailar? Creo que no… me estás haciendo pensar. No creo. La verdad es que no practicando se conoce que la cabeza, ya no se trata del tiempo, se me olvidan los nombres… las Cuevas de Nemesio… Y otros tablaos que ahora no me acuerdo (intenta acordarse), Zambra, que era el más de rigor clasista puro del flamenco; era de un vallisoletano, para que lo sepas… el de Lola Flores que estaba enfrente del Ministerio de Marina… Pero ya te digo, el flamenco estaba mal visto, era como beber vino tinto  o beber en porrón. Tenía que ser de marca y descorchado.


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